En este blog ya hemos hablado en muchas ocasiones de las ventajas que tiene optar por una cocina integral en tu hogar. Espacios compactos donde todo el mobiliario y su colocación adquiere un significado.
Y es que, si en las cocinas más clásicas la tendencia era a jugar con la sensación de que sobrara el espacio, las cocinas modernas supusieron un cambio de mentalidad al respecto. En este tipo de cocinas se han potenciado los elementos que sirven para guardar cosas. Los utensilios y, sobre todo, los cada vez más aparatos eléctricos han creado la necesidad de tener más lugares donde poder guardarlos, por lo que el espacio libre parece algo más utópico.
Si antes todo iba colocado encima de la encimera, ahora existen nuevos lugares donde guardarlos, dejando las repisas o la propia encimera para optar por elementos de carácter más decorativo.
El primer detalle a tener en cuenta para una cocina compacta es que todo el espacio cuenta. Debemos ser conscientes a la perfección de las medidas exactas de la cocina y los muebles. Todo se utiliza.
Porque hay tres palabras que definen a las cocinas integrales: economizar el espacio. Son espacios con una gran versatilidad, muy utilizados en ambientes abiertos de tipo loft o sencillos y de paso como los lugares de trabajo.
Las cocinas integrales ocultan la propia cocina. Todo tiene su lugar. Juegan al camuflaje. Todo está perfectamente estudiado para ser guardado y dar la sensación de unión y sintonía con otras estancias.
Optimización y variedad de diseños, principales atractivos
Este tipo de cocinas funcionan como un perfecto engranaje de piezas donde todo encaja a la perfección. Además, tiene otra ventaja y es la facilidad para variar el diseño. Así, se adapta a cualquier material, forma o color con elegancia y buen gusto.
La cocina integrada es sinónimo de orden. Es un estilo que necesita mucho cuidado y organización para que ningún elemento altere el estilo original.
